El PRP utiliza la potencia de la sangre del paciente en beneficio de su propia piel para mejorar su textura y tono. Elimina los signos del envejecimiento cutáneo actuando contra el proceso de oxidación celular, disminuye las arrugas finas, retrae las zonas que presentan flacidez por efecto de la gravedad, disminuye las imperfecciones de la piel y más. Gracias al uso de la anestesia local más una mínima sedación no tendrá los molestos síntomas que tenía que tolerar el paciente en el pasado. Se sentirá relajado y la nariz y sus alrededores estarán insensibles al dolor.